miércoles, 25 de julio de 2012

No confíes ni en ti mismo hasta el día de tu muerte

Una vez escuché que el maestro Fernando Botero, pasaba por la plaza de Cartago (Colombia), y había allí un pintor con su lienzo y el maestro no se aguantó, y le dijo que si le dejaba dar una "pintadita".
Yo no soy escritor, pero hoy me dieron ganas de dar una "escribidita".

Creo que si hoy me dieran a escojer una máxima de vida, un último referente con el que guiarme, es que lo único cierto es que no hay nada cierto, esto al menos para nuestra percepción limitada, es que siempre he considerado que aferrarse a una idea, persona o cosa, es tan nocivo como andar dando tumbos por la vida sin buscar un sentido o un propósito, ok, ya arranqué complicado pero vamos a digerir un poquito:

Las herramientas que tenemos para vivir en la tierra son inmensas, poderosísimas, pero igual nos pueden llevar a cometer errores de juicio que de hecho son muy frecuentes, que sería lo que hace de la vida un gran reto púes sabemos (o suponemos) que podemos encontrar algún nivel de verdad pero que a la vez es dificil y podemos desviarnos hacia abismos irrecuperables.

La verdad es algo dificil de alcanzar y si tuviera que escojer entre alguna filosofía de vida, escogería la de estar muy atento a todo lo que suceda a mi alrededor, pendientes para hacer cualquier ajuste, sea en mi pensamiento o en mi comportamiento, pues hasta ahora no ha habido ideología o ser humano que haya portado la bandera de la sabiduría última, complementados en pensamiento y acción,

Es decir, casi todos sabemos la regla de oro (No hagas al otro lo que no quieres que te hagan a ti), pero ¿quien o quienes habrán de practicar esta ley en grado excelso, como para ir en sus pasos o siquiera dar un vistazo a lo que han practicado? he ahi que creo que la última verdad se halla en muchas partes y en ninguna a la vez: en muchas partes porque habemos 7.000 millones de personas que tenemos el potencial de encontrarla y en ninguna parte, porque nadie ha alcanzado a desarrollar ese potencial que lo hace merecedor de tal revelación.

Lo que me queda por decir es pues, que estar atento a los engaños (sobre todo a los propios) es una forma práctica de pasar por este mundo.

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