martes, 20 de febrero de 2007

Estamos por algo

Cuando comencé a leer acerca del Judaísmo, me sentí excluido por parte de los hebreos, dentro de mí sentía un gran vacío por el hecho de no contar con la gran fortuna de haber nacido en el seno de Israel, cada que leía a un Rabino, recordaba aquel viejo pasquín, anti-semita “Los protocolos de los Sabios de Sión”, y mi ignorancia conectaba y acomodaba las ideas de aquella novela, (Inventada para justificar las atrocidades en contra del pueblo de D-os), con las palabras de sabiduría de los artículos Judíos que leía. Solía confundir la necesidad y la urgencia con la que los Rabinos y estudiosos de Torá llaman a su pueblo a la unidad, tal como es la voluntad del Eterno, y me confundía en el concepto de Primogénito, como si un padre solo tuviera amor, para éste, como si los demás hijos, que le han demandado de todo su amor para poder subsistir y desarrollarse, no fueran dignos de ser felices, sabios, como si cada uno de ellos no estuviera llamado a desarrollar su potencial al máximo, para recibir toda su influencia, y propagar y dar continuidad a su esencia a través de las siguientes generaciones.

Si, lo admito, sentí celos, como alguna vez lo sintió Caín, que optó por hacer el mal, así como también lo hizo Esaú, el hijo malvado de Isaac, que optó por no honrar a su padre, Solo que yo, hoy, Bendito sea El Eterno, cuento con la libertad y un escaso entendimiento, que me permite usar mi libre albedrío y tratar de construir el mundo, tal como el Padre lo dispone, según mi identidad gentil, como heredero de un gran hombre, que fue justo en una época y un contexto en que el mal era bien visto, en un mundo en que era un “descarriado” a los ojos de la gran mayoría.

El rol de los Judíos, como sacerdotes del mundo, es tan vital para el pueblo Hebreo, como para el mundo entero. La importancia de preservar la herencia a través del matrimonio entre similares es saludable, no solo para el pueblo de Dios, sino para todos los seres humanos, que vemos en ellos un modelo de vida, de conducta, por ello es tan importante la identidad, los símbolos propios de los guías de la humanidad, para que sean distinguidos entre la muchedumbre , para que se resalte su esencia.

Muchas dudas surgen, una que a mi me costó en particular y de hecho apenas ahora la estoy “digiriendo”:

¿Por qué ciertos privilegios a un grupo de personas?, ¿Por qué el llamado a ser especiales?

Yo me respondo con una analogía, que encuentro ilustrativa:

Un Rey, si, un monarca que goza de ciertos privilegios, pero que al ser justo, carga consigo una gran responsabilidad, la de guiar a su Pueblo con sabiduría, procurando el bienestar de todos, poniéndose a su entero servicio, tal como debe ser. Así es el Mesías, liderando a su ejercito de Reyes, que están al servicio de Dios, de la humanidad. Pasa que estamos acostumbrados a reyes tiranos, que han sometido a sus pueblos, esos, están lejos de la imagen del Mesías, de un Rey justo enviado por El Padre, para servir a su creación.

Así que alegrémonos, de que aún contamos y contaremos con la mayor evidencia de la existencia de D-os, su Pueblo escogido, su Primogénito con su Torá viviente, y procuremos, como hijos de Noaj, como hijos de El Creador, por que su misión sea llevada a cabo, sirviendo humildemente a la manera gentil, escuchando atentamente lo que tienen para nosotros, lo que EL manda.

viernes, 16 de febrero de 2007

Viernes , ¿Al fin?

Uy, al fin!! Es viernes, tras una semana de arduo trabajo, me dispongo a... ejem, bueno, es viernes, debe haber algo para hacer, es decir, trabajo toda la semana para el viernes al fin obtener mi recompensa, para salir, tomar un par de tragos, suena bien pero ¿con quien?. Juancho, mi amigo.., Juancho, cuantas historias!, sí, Juancho es mi amigo, pero no es precisamente lo que quiero este viernes, mis hormonas me piden otra cosa, no se, una mujer, simple, es solo cuestión de ubicar a una de mis amigas e ir a tomarnos una copa, suena genial, ¿no?, Pues ¡No!, yo quiero estar con “ella”, si, no la conozco aún pero es lo único que quiero, encontrarla y saber que es ella, para mi, yo para ella ¿cursi, eh?, claro, cursi, pero fundamental, a eso aspiro, a estar con la que es mi compañera, con la que Dios un día hizo para mí, esa que es mi complemento, la mitad que un día se separó de mi, para que yo pudiera encontrarla, y retornarla al lugar de donde partió. Y no sé, siento una mezcla de expectativa y angustia, es que el deseo es fuerte, y el tiempo parece volar, y el objetivo no se cumple, solo quiero encontrarme con esa mirada que se que voy a reconocer, tan familiar como mi propia soledad, tan dulce como llegar al hogar, tan placentera como la buena compañía, es ella, pienso que algún día, por fin estará ahí, para no andar más solo, pensando que quizá ella no salió nunca al encuentro, que al igual que yo, sucumbió ante al lucha, ante el esfuerzo que requiere lo grande, lo que realmente tiene significado.

jueves, 15 de febrero de 2007

Deseable Dolor

Cuando pensamos en Dolor, inmediatamente nos remitimos a situaciones extremas, donde en nuestra alma y nuestro cuerpo sentimos una terrible sensación de pesar.
Hablamos de sufrimiento como si entendiéramos toda su esencia, es más, como algo en definitiva, malo.

Todos en la vida sufrimos en algún momento, y me atrevería a afirmar que el dolor está presente en casi cada instante de nuestra existencia. Ahora bien, poco sabemos de nuestra procedencia y de nuestro destino. Siendo así: ¿Para qué o por qué este sentimiento tiende a acompañar casi cada instante de nuestra vida, en una u otra forma, con mayor o menor intensidad para algunos?

Si aceptamos que fuimos creados con un propósito, el de refinar nuestro carácter, y acercarnos a la fuente de todo lo existente y lo no existente, tal como afirman los sabios ¿No cambiaría nuestra forma de asumir nuestro destino, nuestro "yugo"?

Acaso no es tanta bendición esa carga que EL nos da, de forma que nuestro alma, nuestra esencia se pula para ser dignos de EL?

De cierta forma, la pena, el dolor, es la materia prima de las almas, está ahí, para movernos, para recordarnos quienes somos, para regalarnos ese don preciado de la humildad, y también nos obliga a acercarnos a los demás, para reconocer en ellos, a nosotros mismos.

Últimamente me he hecho una pregunta que resulta algo incómoda, sobre todo con los valores cambiados que presenta Occidente.

¿Será que en el mundo por venir, cesará el sufrimiento?
¿Será un deseo profundo de cada ser humano, será el de Dios?

No clamo por que cese el dolor, pido por que lo podamos entender.

domingo, 4 de febrero de 2007

Civilizómetro

Tengo algunos amigos que asisten a corridas de toros y otros tantos a los que al igual que a mi, "La fiesta brava" les produce náuseas.

A veces no se que es más triste, si el sufrimiento del animal o el éxtasis de los testigos, que siguen creyendo que el señor en traje de luces es un valiente enfrentado a una fiera salvaje, uno a uno.

Si, y parece increíble que en la actualidad tal acto de barbarie tenga cabida, y más aún, que no haya un buen argumento para que la ley prohiba este tipo de espectáculos.

Y hasta he pensado en actuar, no se, apelar a un recurso constitucional o algo así que pare de una buena vez esa infamia, he escuchado "el llamado" a salvar a los animales.

Pero antes de salir a cumplir mi misión hago una pausa y me doy cuenta que sería algo muy malo restringir esas practicas en una sociedad democrática, pues si el toreo existe es porque hay quien lo disfrute, al ser en la mente de muchas personas una práctica tan loable, es lógico que haya un espacio reservado para que tal se lleve a cabo, así como hay galerías para exponer bodegones o teatros para cantar bambucos.
Un negocio de tantos millones debe ser movido por personas que aportan y otros que se benefician.
Es decir, así como cada pueblo tiene los gobernantes que se merece, también así la ley que le corresponde a su idiosincrasia, a su inconsciente colectivo.

Restringiendo de tajo esta inhumana práctica, nos estaríamos perdiendo de un formidable medidor de valores, pues es tan claro, que solo en el momento en el que se queden todas las boletas en la taquilla nos vamos a reconocer como un pueblo pensante y a la vez sensible, como una sociedad que empieza a mirar a las mujeres mas allá de las tetas, que tienen valor por si mismas y no a costas del dinero del narco de turno , como hombres y mujeres conscientes del planeta que co-habitamos con las innumerables especies, como personas que no se tienen que ahogar en la ebriedad colectiva, para llenar un poco el gran vacío imperante en sus vidas y más, presenciando un espectáculo tan grotesco.

Así habremos dado un gran salto a la civilización, la crueldad habrá sido vencida por sí misma, en total calma, en un gran estado de consciencia y los monumentos de muerte quedarán ahí, silenciados para siempre, recordándonos que no los volveremos a habitar jamás a costa del horror.