viernes, 29 de febrero de 2008

La Última Palabra

Hay cosas que me ponen los pelos de punta... ¡No!, no son los fantasmas, ni la inflación, ni siquiera pensar que en Colombia gobierne el Polo Democrático (esto último me aterroriza), es la palabra Dogma.

Vamos a definirla:

Dogma: s.m. (lat. dogma, -atis, del gr. dógma, decisión, decreto). Punto fundamental de doctrina, (principios, ideas) en religión o en filosofía, que no se puede poner en duda 2.Conjunto de creencias u opiniones; principios: el dogma Católico.

Básicamente, actuamos en concordancia a nuestro sistema de creencias, o ideas que tengamos establecido, independiente de la veracidad de estas.
Así que en principio, todos vivimos con un “dogma sano”, con el cual operar y ser en cierta medida, coherentes, sin embargo, no es el hecho de tener un sistema en que sustentar nuestras acciones (incluído el pensar) lo que encuentro desafortunado, sino el hecho de que éste no pueda ser dinámico, lo que encuentro realmente preocupante. Dado que el ser humano por naturaleza es un ser “insaciable” en lo que a información se refiere, pretendemos aislar esa sensación de insatisfacción, blindando nuestro entendimiento cada vez que este se amplía por la adquisición de un nuevo concepto que se logra acomodar o reemplazar a nuestro dogma inmediatamente anterior. Así, rompemos con nuestro propio instinto de grandeza, al desconocernos como seres infinitos, o al menos en contacto con el Infinito.

Es cierto que nadie está exento de contraer esta enfermedad, muchas veces autoadquirida, otras tantas, contagiada, pero dadas las circunstancias pueden haber sujetos más proclives a este mal , que otros que han tenido la fortuna de que el “freno dogmático” les haya sido removido.

Para sorpresa de muchos, en este grupo de los “dogmáticos” me encuentro con un ser bien particular, el Ateo, el nombre es claro: a-teo , no-dios, es Decir, niega la existencia de toda divinidad. Este, que se mofa criticando a los cerrados fanáticos religiosos, a los incultos, a los bárbaros, o a todos lo que no crean lo que él, tiene la desfachatez de anquilosarse inexorablemente en su propio dogma. Y no es que yo critique su ideal de vida, su “dogma temporal”, por el contrario, es su afirmación rotunda, con la que no me conformo, y más, con su arrogante actitud que vocifera su supuesta y ultimada elección por el intelecto, con la que afirma rotundamente algo que no tiene los fundamentos que se precia de tener.

Con mi escaso entendimiento, no podría demostrar la existencia de Dios, es cierto, pero mucho menos (y creo que no hay persona con esa capacidad), demostrar lo contrario.

Es cierto que el fanatismo religioso, filosófico o político, basado en la fé, es bastante fastidioso, y por nuestra naturaleza estamos permanentemente a su acecho. También es cierto que la ignorancia es un mal de nuestro mundo, así como lo es que nuestra percepción es limitada y hacer afirmaciones es en el mayor de los casos, andar por arenas movedizas, que irremediablemente tenemos que pisar para tratar de poner algo en contexto, tal como lo hago ahora, pero también me consta que los ateos “racionales” al contrario de lo que ellos creen, tienen mucho en común con sus contrapartes criticadas, solo que un dios que ellos crearon se llama Método Científico, cuando por mucho, puede llegar a ser una excelente herramienta.

Busquemos la verdad, para que nos demos cuenta que nunca la podremos poseer en su real dimensión. si acaso disfrutar de Sus visos, de Sus reflejos, y de paso dar gracias, mientras buscamos Sus raíces.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En realidad no sé qué decir, no quiero sonar a la defensiva ya que no me considero ateo. Las palabras y los nombres pueden llegar a arruinarlo todo. Hablar de dios es un despropósito ( a menso de que el diálogo sea con uno mismo), nunca se llega a ningún lugar. Es una búsqueda, (y yo lo llamo la verdad última, si es que tal cosa existe) por un mar que corroe la proa de nuestros barcos, empaña nuestra visión, un mar que es demasiado grande como para poder cruzarlo en el tiempo ínfimo que dura una vida. Por lo tanto, es una imposibilidad.
Ahora bien, como dios se muestra tan poco aprehensible desde las palabras, yo, personalmente, recurro a la ciencia. Y no de una manera dogmática, dios no. Pienso que la ciencia, (cuyo dios es el método científico, decís vos) es entonces la religión que se ha permitido modificar más a través del tiempo, cada vez amoldándose a los tiempos y a las nuevas visiones del universo. Y sí, hay quienes rinden ciega pleitecía a la ciencia, que es igual de idiota que rendirle ciega pleitecía a cualquier otra cosa. Escojo la ciencia, porque estoy lleno de preguntas que ninguna religión podría responderme. Y en realidad no necesito de la religión para ver a ese algo que es dios; si lo siento cuando se me escapa una sonrisa en un parque leyendo a Whitman o a Szymborska, o escuchando música, o cuando me llega una idea (experiencias místicas por demás), o cuando veo fotografías del cosmos, incluso me llega en los momentos más mundanos: a veces cepillándome los dientes, o limpiando mi ropa interior. Yo no necesito gafas para ver o sentir tal sensación, que como es de imaginarse, es imposible de describir, entonces uno recurre al lugar común de: sentir una conección inexorable entre todo. Me eduqué para ello. Para reconocer
lo bello que es cada cosa (desde una silla, hasta un átomo de helio), en su esencia, y como parte fundamental (por más insignificante que sea) de la maquinaria. La ciencia, por otro lado, me ayuda a procurarme más preguntas, el combustible de mi viaje, el que usa mi barco. No niego, por lo tanto, el combustible que vos querás usar, ni el que los demás quieran usar, sólo digo que no es mi combustible; y que en realidad sonás muy dogmático respecto a las opiniones que la ciencia te merecen.
Como decís, hay que ser dinámico, y no meterse en camisas de fuerza.
Cambio y fuera.
Beat.