No sé si a todos nos mandaron al mundo con la misma necesidad de encontrar pareja, supongo que a unos mas que a otros, yo hablo de esta porque muestra un patrón de conducta muy representativo con respecto a todas las demás.
De repente nos encontramos por esos días en que ya ha pasado cierto tiempo desde que estamos solos, que literalmente no levantamos ni el polvero, por ese tiempo en que hasta la madre nos desprecia y andamos como ventilador prendido, mirando para todos lados a ver quien nos hace caritas y nada, ni media, ya se va formando un diálogo interior como "a mi con tal que tenga lo esencial..." , "¿Bonita?, no! , eso es lo de menos" , la maldición parece estar llegando a su fin y de repente una que otra están mirando , digo mirar, a lo mejor se le quedan a uno viendo y están pensando en el informe que tienen que entregar o se me quedó el cierre abierto y yo pensando que Brad Pitt es un pendejo al lado mío, es cuando sin quererlo empezamos a modificar los estándares, ya el dialogo interior cambia "Bueno esa miró, pero... total, el mundo está lleno de ellas!! , puedo conseguir algo mejor!!"
todo depende de cuanto tiempo pase hasta la próxima interesada. Ahora valgo, ahora puedo escoger, pero hace solo un instante me servía "lo que fuera", esa falta de valor me hizo recobrar humildad al punto de dejar las superficialidades a un lado e ir tras lo realmente importante.
El ego me suele jugar malas pasadas, y asumo otra posición, sin remedio me lleva a lo fatuo.
Y así a muchos se nos pasa la vida, en esos vaivenes, sea en el trabajo, en los negocios, con los amigos, con lo material, moviéndonos entre lo efímero, y lo perenne, tratando de buscar el equilibrio aquel, que nos permita desarrollar todo el potencial, hacer algo bueno con la vida.
Aquí yo me formo un dilema, ¿autoestima?, ¿ego inflado? Creo que hace falta mucho tacto para diferenciarlos, pero estoy seguro que son bien distintos.
Dicen que el hombre es sabio por naturaleza pero que su corazón lo engaña, alguna vez escuché hablar de una teoría que tenía Aristóteles: el creía que el corazón bombea la sangre y ésta en su recorrido se calienta y el cerebro cumple la función de enfriarla. Según Memo Anjel, ésta teoría no es tan descabellada, pues la razón debiera enfriar las pasiones que tantas veces juegan en nuestra contra.
Yo por lo pronto estoy tratando de definir que es lo realmente bueno, meterlo en mi cabeza y alinearlo con mis sentimientos, creo que es una buena forma de vivir.
viernes, 13 de abril de 2007
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